
Las sardinas son otro de los grandes hallazgos de la gastronomía gallega de litoral.
Con el mismo proceso artesanal mantenido desde 1960, se van tostando una a una con
Suavidad
Poco a poco se les va buscando su acomodo en la lata. Luego las pequeñas piezas se impregnan del aromático aceite de oliva y tras una correcta esterilización, pasan a reposar y madurar en bodega, con temperatura y humedad controladas.
El tiempo de maduración, que puede durar desde unos meses a varios años, es fundamental, pues el sabor de las sardinillas mejora con el tiempo. Un volteado periódico de las latas asegura un sabor exquisito e uniforme muy apreciado por los amantes de la gastronomía.
El inconfundible tono dorado del aceite es otra de las señas de identidad de la casa. El resultado, unas pequeñas sardinas, carnosas y plenas de sabor. Para comer enteras, en su punto.